viernes, 25 de enero de 2008

R.Rojas

Conocí a Rafael Rojas allá por el año 85, año más año menos. Yo estudiaba Derecho en la Facultad de Derecho y él Filosofía (no Historia) en la Facultad de Filosofía. Me lo presentó un amigo común y lo recuerdo rubicundo y con la cara atestada de granos (mi memoria es endeble). Acababa de llegar de la URSS, de donde supuestamente lo expulsaron, y se daba el lujo, que los demas no podíamos, de criticar a los soviéticos, a los cubanos y a casi todo el mundo. Las críticas de Rafael no eran como las de los demas. El no decía "la pizza está mala con cojones" o "este profesor es tremendo comepinga". Sus crítica eran más sofisticadas y entonces si hablaba mal de la pizza encontraba un argumento para relacionarla con la filosofía kantiana y si criticaba al profesor de materialismo dialéctico utilizaba una frase de Schopenhauer. Cosas así.

En todo caso, era un tipo medio gusano, simpático, con mucho éxito con las mujeres y decían que sabía mucho de música clásica (también decían que era la única musica que escuchaba). Ah, que no se me olvide mencionarlo, también era el hijo del Rector de la Centenaria Universidad de La Habana. Era, entonces, como si el Principe Carlos de Inglaterra ironizase sobre la monarquía, apenas un guiño simpático del que se sabe que finalmente puede heredar la corona.

La verdad es que no lo veía mucho. A veces me lo encontraba por ahí en esos lugares a los que los universitarios ibamos en aquella época, la casa de la FEU, cosas así. en realidad tampoco teníamos muchos motivos para encontrarnos, yo era una alumna mediocre de derecho y él era el alumno estrella de filosofía. Yo era una guajira de Camarioca y él el hijo del Rector. Pero nos llevábamos bien, poco pero bien, como suele decirse.

Durante los últimos años de la carrera algo cambio en Rafael Rojas. Le entró un, seguramente calculado, ataque de conciencia proletaria y el tipo que se volvió un talibán. No hace falta que lo explique, todos los hemos conocido. Era el típico sujeto que echaba palante sin demasiados reparos a quien se terciase y que te miraba con esa cara se superioridad con la que te miraban todos aquellos que se habían dado cuenta que ellos sí que podían llegar a ser el hombre nuevo, mientras que el resto apenas pasamos de ser un lastre para la historia.

Nunca acabé Derecho (quizás por eso ahora me va como me va) y Rafael se ha vuelto un afamado historiador ensayista cubano de la... ¿oposición?. Es posible, no quiero descartar ninguna posibilidad, que estas líneas estén motivadas por la simple y desnuda envidia, pero quiero decir algo. ¿cómo es posible que Rafael Rojas, el que es las reuniones defendía la revolución con tanta vehemencia, con aquella labia erudita y sabrosa que él tenia, ahora sea el referente de la intelectualidad anti castrista?.

La única respuesta que encuentro es que no se le puede culpar a nadie por ser más sabio ahora que hace 20 años. Esa respuesta me agrada, creo que debe ser la que explique todo esto. Pero no puedo pensar en tanta gente buena, gente que nunca destacó porque se negaba a ser hijadeputa, se negaba a ser oportunista y a apuntarse en el carro oficial de la cabronada y de la delación. Gente a la que nadie admira. Gente que no escribe libros, que no gana premios, pero que se levanta cada día extrañando el país que dejó o a la gente que dejó el país.

Pienso en esa gente y me digo que es posible que en los libros de Rafael Rojas se encuentren las claves para entender el pasado y el futuro de mi país, pero ni así pienso leerlos. Qué me importa.